Greenpeace o GrinPís


Esto compartía con nosotros la gente de Greenpeace luego de nuestra visita a su barco: "Muchos de ustedes habrán visto los videos que subí de la actividad que hicimos ayer, con los vecinos del Riachuelo (hubo gente de los foros hídricos de Lanús y Lomas de Zamora, de los vecinos autoconvocados del Parque Industrial de Burzaco, Almirante Brown; de Esteban Echeverría, DockSud, de la Asociación Vecinos La Boca y de la Isla Maciel) y el barco de Greenpeace. Los que se la perdieron pueden ver la nota en La Nación On Line. Pero, más allá del esfuerzo y de lo difícil que fue llevar nuestro mensaje por el Rescate del Riachuelo hasta su desembocadura en el Río de la Plata, hoy quería contarles lo emocionante que fue, para mí, compartir esa jornada con la gente de la Cuenca, los habitantes que sufren día a día las consecuencias de la contaminación y el abandono y que, sin embargo, no bajan los brazos y luchan y reclaman por lo que les corresponde y por la dignificación de su lugar y de sus barrios. Entre todos ellos, entre los muchos que se acercaron quiero destacar a los chicos del Convento de la isla Maciel, que llegaron acompañados por el párroco Francisco Olveira Fuster. Algunos de ellos nunca antes habían estado en un barco. Todos llegaron con una mezcla de curiosidad y excitación, propia de la experiencia. Los chicos participan del programa El Envión de Maciel, una propuesta de la Municipalidad de Avellaneda. Según me contaron ellos mismos, el programa, coordinado por el Convento y DeporVida, funciona desde el año pasado y busca la inclusión social de jóvenes de entre 12 y 17 años, a través de capacitación en oficios, apoyo para la escuela, actividades recreativas y comunitarias. Compartí con ellos una breve travesía: viajamos desde la desembocadura del Riachuelo hasta el Apostadero Naval donde permanecerá el Arctic hasta el domingo, cuando termine su visita a Buenos Aires. En ese rato, de una hora, hora y media, percibí en esos chicos una poderosa energía vital: esos chicos disfrutaban de todo lo que veían; de la novedad del viaje en barco, de las extraordinarias postales que regala la Ciudad vista desde el río; de compartir esa experiencia con la tripulación de Greenpeace y, por sobre todo, percibí el compromiso que ellos tienen con su barrio, con su lugar en el mundo. Charlé con ellos, los vi jugar, reírse, divertirse y entendí que ellos, tal vez sin saberlo, quieren que se limpie el Riachuelo porque quieren vivir donde viven y porque reivindican su lugar y su historia, nada más, nada menos. Ayer, después de muchos meses de escuchar a muchos técnicos, funcionarios, expertos y burócratas, entendí algo que hasta ahora no había entendido: el Riachuelo tiene un rostro humano, es el rostro de los chicos de la Isla Maciel y es también el rostro de la esperanza. Creo que si este campaña tiene un sentido, es, por sobretodo, el sentido de darle a esos chicos el derecho a la esperanza y a vivir donde viven, pero mejor".

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